Conversaciones que transforman: otra mirada a la productividad
Cuando pensamos en productividad, solemos enfocarnos en cumplir tiempos, cerrar pendientes y alcanzar resultados. Pero hay otra dimensión, menos visible y profundamente influyente: la calidad de nuestras conversaciones.
Una empresa no es solo un lugar para producir. Es un sistema vivo. Y como todo sistema, se transforma por lo que circula en él. Si lo que circula son juicios, quejas, burlas o desconfianza, eso se instala. Pero si lo que circula es reconocimiento, respeto y escucha, entonces creamos entornos que sostienen, que hacen bien.
Porque una conversación no es solo una charla. Es una forma de actuar. Puede sanar, cuidar, alinear, transformar.
Muchas veces hablamos del otro en lugar de hablar con el otro. Y ese hábito, repetido día tras día, termina modelando la cultura. Porque una cultura no se define por frases de misión que nadie mira, sino por lo que ocurre cada día: por el tono, por lo que se dice… y lo que se calla.
Entonces, al cerrar el día, vale la pena preguntarse:
- ¿Qué palabras utilicé hoy en mis conversaciones?
- ¿Con qué tono?
- ¿Me representan?
- ¿Aportaron a lo que quiero construir?
Y si algo de eso te queda resonando, quizá puedes empezar por algo simple: reconocer a una persona, agradecer un gesto o simplemente decir una palabra que construya. Porque nuestras palabras también pueden cuidar, sostener y acercar.
Y esto también vale en casa.
En ese espacio también se juega otra forma de productividad:
- En las ganas de compartir
- En la energía para estar presente
- En las conversaciones que conectan en lugar de desgastar
- En lo que se siembra, en los vínculos que más importan
A veces basta con una sola frase para cambiar el ánimo de alguien.
Y eso también es producir.

